jueves, 26 de enero de 2012

Los Ojos de Samuel

Los ojos de Samuel.

El piso manchado de sangre, sangre por todos lados.
Los cuerpos extendidos en el suelo, traían la misma ropa con la que habían salido de la casa horas antes, no habían tenido tiempo de cambiarse. Seguramente ya los estaban esperando.
Cuando ellos llegaron, él ya estaba dentro de la casa.
A juzgar por las heridas, había usado un cuchillo, y para terminar con ellos, un tiro en la cabeza bastaba.
Andrés y Luna habían salido a cenar horas antes, era su aniversario número 14, tenían que celebrar el echo de haber cumplido 14 años juntos criando a un niño de 13, se merecían salir.
Por suerte, el abuelo Patt había accedido a cuidar de Samuel por la noche, si el niño se hubiera quedado dentro de la casa, estaría muerto, como ellos.
-¿A qué hora regresarán?-preguntó Samuel con la esperanza de escuchar una hora no muy lejana-El abuelo quiere que le ayude a ver qué le sirve y qué no-dijo en desacuerdo.
-Samuel-su padre habló, ésa voz cálida y fuerte, muy característica de él-Será una buena oportunidad para que pases tiempo con tu abuelo.
-No quiero.
-Hazlo por mi.
Su madre, la mujer más encantadora en la vida, la más perfecta, la de los ojos más bellos y la voz más calmada, según la opinión de Samuel y su padre.
Había hablado con ése tono de soborno que tanto le había funcionado en los últimos 37 años.
-Pero mamá...
-No es como si te quedaras a vivir con él Samuel-dijo dulcemente.
-Además, el abuelo quiere conocerte más.
-Pero...-Samuel comenzó a idear una forma de ser compensado-Mañana vamos a ir a pescar-dijo con brillo en los ojos.
-Por supuesto-accedió su padre y le dió el abrazo más largo y delicado de toda su vida-Pórtate bien hijo.
Samuel asintió.
-Prometemos regresar lo antes posible-prometió su madre-No desesperes al abuelo.
Samuel accedió a las peticiones de sus padres.
-Esperen-dijo antes de que sus padres salieran por la puerta de la casa del abuelo-Los amo-dijo y corrió a abrazarlos.
Un cuadro conmovedor si me preguntan.
¿Quién diría que sería el último gesto de cariño que la familia Patt Roi tendría? 
-Cuida al abuelo-le dijo su padre.
Samuel simplemente asintió con la cabeza y a medida que sus padres se alejaban, se despedía moviendo su mano en el aire.
-Sólo serán un par de horas Samuel-dijo el abuelo mientras se acercaba-Ven-lo tomó del hombro-Vamos a  sacar los baúles viejos del ático.
-¿Tienes fotos de mamá cuando era niña abuelo?
-Como calcetines-sonrió.
-Siempre he tenido curiosidad de saber cómo era antes.
-Ven hijo, creo que tengo una caja llena.

La oficina de servicios sociales olía a gel antibacterial.
Samuel odiaba ése olor.
Había estado desde la mañana, la misma ropa del día anterior, había dormido con ella en una silla incómoda de las oficinas.
El abogado de sus padres había llegado 3 horas después de que le informaron acerca del asesinato, vivía en una ciudad lejos de Alba.
-¿Ya desayunaste?-preguntó al entrar.
Se notaba que él tampoco había dormido bien.
Su cabellera negra desarreglada, los ojos hinchados y el traje y la camisa arrugados.
Samuel negó con la cabeza.
-Toma-sacó un billete de su cartera y lo puso en la mano de Samuel-Saca algo de la máquina.
Samuel se levantó, asintió y caminó hacía la máquina de comida.
Sacó un sándwich y con el resto compró un jugo de naranja enlatado.
-Gracias-dijo cuando llegó de nuevo a su silla-¿Quién eres? 
-Tus padres me llamaban Léctor-sonrió y mostró unos dientes bien alineados y casi blancos-¿Cuánto tiempo llevas aquí Samuel? 
-Desde las 11 de la noche de ayer.
-¿Y no te han atendido?
-Dijeron que sin abogado no podían hacer nada.
-La policía de aquí y los servicios sociales son un asco-se burló y logró que Samuel sonriera un poco-Voy a hablar directamente con ellos.
Las cosas salieron como Léctor había planeado, Samuel tendría una casa dónde vivir, una familia con quien estar.
Pero en sus planes no estaba el tener que ser él mismo quien le diera todo éso.
-¿Cómo te fue?-preguntó ansioso Samuel-¿Buenas noticias?
-Sí-dijo cansado-En el testamento de tus padres especificaron con quién querían que te quedaras si algo les pasaba.
-¿Me quedaré con el abuelo?-dijo sin ánimos.
-No.
Una sonrisa ligera cruzó por los labios de Samuel.
-Conmigo.
Samuel se detuvo en seco e intentó cruzar los cables.
Él no conocía a Léctor, jamás lo había visto, nunca había escuchado a sus padres hablar de él.
¡Nada!
-Pero...
-Soy tu padrino Samuel.
-¡No es cierto!Ni siquiera estoy bautizado.
-Sí lo estás, cuando no había cumplido ni el año tus padres lo hicieron, yo soy tu padrino.
-Entonces¿Porqué nunca te había visto?
-Tus padres prefirieron mantenerlo en secreto, hasta que me necesitaras.
-Entonces, ¿Eres mi padrino y el abogado de mis padres?
Léctor asintió.
-¿Iré a vivir contigo?
-En Grimm.
-¿Acaso ahí nacieron los hermanos Grimm?
-No-Léctor rodó los ojos-El fundador se apellidaba así y no creo que tuviera algo que ver con los hermanos Grimm.
-¿Qué pasará con mi abuelo?
-Tiene todo el derecho de visitarte cuando quiera y puedes venir a visitarlo si quieres.
-¿Y mi escuela?
-En Grimm hay una secundaria muy buena, ahí estudiarás.
Léctor quedó viendo a Samuel como preguntando si no tenía otra excusa que preguntar.
-Tengo que ir a recoger mi ropa-dijo Samuel-A...mi casa.
Léctor pudo notar por la expresión del chico que, no querría regresar a su casa, no después de haber encontrado a sus padres muertos en la sala la noche anterior.
-Mandaré a alguien por ella y todo lo que esté en tu habitación.
-Sí-dijo sin más-¿Quién lo hizo?
-¿Qué cosa?
-Matar a mis padres.
Léctor tomo a Samuel de los hombros y se inclinó a su altura.
-Quienquiera que haya sido-lo vio directo a los ojos-Pagará, lo prometo-dijo y abrazó al chico.
-Quiero verlo.
-¿Qué cosa?
-Quiero ver cuando muera, que su dolor sea el mismo que el de mis padres, quiero que grite, que pida piedad y que llore tanto como pueda.
-No, no quieres éso.
-Sí, lo quiero-Samuel se separó de Léctor-Quiero vengarme.
Léctor observó el rostro de Samuel, algo había despertado en él, lo mismo que había despertado en su padre muchos años antes, el deseo de terminar con la vida de alguien, de que le gustara y hacer pagar a alguien más.
Ése día, Léctor se dio cuenta de algo.
Aquél niño que tenía frente a él, su ahijado, se uniría al negocio familiar.


miércoles, 25 de enero de 2012

Ojos café de chocolate...

Ojos café de chocolate.

Fui encantada, unos ojos café de chocolate me vieron directamente y entraron a mi alma.
No sé bien si los volveré a ver, no sé de quién eran, sólo sé que me enamoré de ellos.
Podría ser de un hombre casado y con hijos, podrían ser de una chica extranjera, podrían ser de un joven dañado, podrían ser de todo el mundo.
Pero ahora son míos.
Los reclamo.
Los necesito.
Los llamo de nuevo.
Si los vuelvo a ver...qué haré?
Me quedaré parada mientras los venero, sonreiré ante el echo de verlos de nuevo, me acercaré a ellos y los besare?

Eran ojos café de chocolate, los ojos más bellos que el mundo me pudo haber puesto frente a mi.
La mejor sensación de todas al verlos.
Ésa pequeña carga de energía que recorrió mi cuerpo al verlos.
El estremecimiento de las rodillas.
Los nervios en el estómago.
Todo por unos ojos café de chocolate.